sábado, 1 de octubre de 2011

DON JUAN YAYO

  Don Juan Pérez, más conocido como "Juan Yayo" fue un personaje inolvidable, que atesoró, vivió, gozó mil y una anécdotas de todo orden: buenas y malas;  curiosas y extrañas; creíbles o increíbles, de las que describiremos sólo algunas, en el testimonio de parientes y amigos. Digamos también que fue profesor y miembro de numerosas instituciones locales.

             Uno de sus hobbys era la música. También Director de la Banda Instrumental, bombero y scout.
            Como bombero vivió la tragedia del incendio grande del año 1935, que asoló a más de los dos tercios de la ciudad.
            En medio del siniestro, cayó en un pozo negro. Cuando trataban de sacarlo, gritaba: " ¡No me hagan olitas... no me hagan olitas!... debido a que se estaba tragando el inmundo contenido del pozo.

            Durante un paseo campestre a caballo, con la banda Instrumental que él dirigía, al llegar al Puente de Gamboa da la orden de detenerse: "Hace tomar posiciones y da la orden de cruzar la vía tocando una marcha, ante la expectativa y curiosidad de los pobladores".
            A los primeros acordes de los instrumentos se produce el caos: Las cabalgaduras se encabritan y tanto músicos como instrumentos sufren los efectos de la genial idea de su Director: algunos caen y dan por el suelo en tanto que se destruyen algunos instrumentos.

            Era también... un "don Juan" en el más amplio sentido de la palabra.
          Tuvo muchos amores furtivos; muchos amores extramaritales... que más de algún tropiezo le  provocaron. Es así como su fiel esposa en una ocasión le descubre un sospechoso paquete, escondido bajo el mostrador de su negocio. Lo abrió y se encuentra con varias enaguas, medias y cuadros... Tuvo la genial idea de cambiárselos por "gangochos" (guangoche). Don Juan, sin percatarse, envió el paquete a su "amor", a su "niña" con su compadre Ñico, que trabajaba como docente en Rilán.
          ... Y bien, cuando don Juan va a visitar a su amor, ésta lo recibió lanzándole el paquete por la cara y echándole de su casa.

          Para el terremoto del 60, Don Juan andaba visitando viejos amores, por la  Calle Pedro Montt. Comenzó a subir el mar, quedando "atrapado". Ahí, él gritaba: "¡Pago quinientos pesos... mil pesos a quien me venga a buscar y me lleve hasta el muelle!"

          Cuando trabajaba como profesor, cerca de Quetalco, sin deseos de cumplir con su misión docente, fue a la escuela de un compañero vecino... y le dijo que se celebraba el Aniversario de Chiloé, convenciéndolo de que era feriado... y se vinieron a Castro.
          El Inspector Escolar, cuando ve a varios profesores en la ciudad, preguntó quién había decretado feriado
          ¡Juan Yayo fue... Juan Yayo fue!!! exclamaron al unísono.

          En otra ocasión llegó a la escuela un visitador. Entró a la sala donde se encontraba Don Juan y comenzó a interrogar a sus alumnos: Les escribió la palabra "silla" ....y Don Juan se la mostraba, disimuladamente... ¡ventana! lo mismo... y así, todo iba como sobre ruedas... hasta que el Visitador escribió "huevos"... ¡Nada!... ¡todos callados!
          Don Juan, desesperado, les hace el típico gesto, con ambas manos, con el que todos identificaban un chilenismo muy utilizado, que obviamente sus alumnos pronunciaron a coro...

          La autoridad educacional captó el truco y contrariamente a los esperado... estampó su felicitación por el ingenio del singular docente.

Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"
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