EL INCENDIO GRANDE VISTO DESDE TONG0Y
Una pobladora de Tongoy, entrevistada para estas crónicas, dice que para el incendio grande, ella pudo observarlo todo con gran claridad, terror y pena.
"Eso fue terrible... ¡Jesús, Señor! ¡Se podía leer una carta allá en Tongoy con la luminosidad de esas inmensas llamaradas!
- ¡El calor, acá lo percibíamos!
- Se escuchaban los estampidos de los tambores de aceite, de bencina, explotando y volando por el aire.
- Esto sería como a las once de la noche. Nos dimos cuenta por los toques de las campanas, los estampidos de los tambores de bencina, de aceite, explotando y volando por el aire. Duró toda la noche, y siguió al día siguiente, aunque muchas casas seguían minando (ardiendo levemente) como una semana después de declarado el siniestro.
- No quedó nada en Calle Blanco.
- El mar estaba espeso de cosas, escombros... nadie se animaba a andar en botes.
- Fue un día de temporal... parecía que los mechones de fuego se iban en contra... Decían que había salido el invunche... que un hombre negro vieron salir del mar y que de ahí nació el fuego. De otra forma, enfatiza, no se explica que los mechonazos del fuego avanzaron en contra del viento.
- ¡Parece que [lo] estoy viendo esas inmensas llamaradas!
- El fuego saltaba de una casa a otra; de una cuadra a otra... parecía que lo estuvieran haciendo "al fin" (adrede)
- Yo vine al pueblo como una semana después ¡Qué tristeza grande sentí!
- ¡No había nada, nada... nada!!
- ¡Todo asolado, triste, muerto!!!"
Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"