sábado, 27 de agosto de 2011

HABILIDAD DEL NAVEGANTE CHILOTE

 El auténtico navegante chilote, ése que se ha formado desde niño, acompañando a sus mayores en cada salida de su isla o caleta para ir a Puerto Montt, a Castro o a cualquier otro destino de la desmembrada geografía del archipiélago, ha sido y es un marino excepcional, admirado desde cuando surcaba el archipiélago en simples bongos (troncos ahuecados o cavados a fuego) o piraguas (tres tablas cosidas con boqui) hasta nuestro tiempo presente.

            Alguien contaba al respecto, la siguiente anécdota o hecho: "algo que llamaba mucho la atención en el puerto, cuando era niño, lo constituía las numerosas goletas de dos palos (mástiles) con sus velámenes desplegados en la bahía. ¿Qué hacían?"

            Esperaban a los buques, para entregar su cargamentos de papas. Eran lanchas o goletas de diez a quince toneladas. Recuerdo que en el momento que estaban entregando su carga a los buques surtos en la bahía, llegó una lancha atrasada, que traía como dos mil sacos de papas.

            En forma sorpresiva se acercó al "Puyehue", buque de gran tonelaje que cubría la ruta Valparaíso -Punta Arenas y enfiló en línea recta hacia el buque como si quisiera embestirlo...

            ¡¡¡Adiós lancha, se va a rajar contra el buque!!! dijo el Capitán, al mismo tiempo que ordenó alerta de salvataje...

            La lancha gira, en perfecta e impecable maniobra, pegándose al casco del buque, arrancando una gran exclamación de alivio y admiración del Capitán como de sus tripulantes y numerosos pasajeros que se percataron del hecho.

            El hábil y anónimo marino chilote era de la isla de Quehue.

Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"
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1 comentario:

  1. Medardo Urbina Burgos28 de agosto de 2011, 22:18

    Este relato de Mario me lleva a recordar el extraño diálogo que publica Francisco Coloane en uno de sus tantos cuentos patagónicos. En el Golfo de Penas una pequeña embarcación velera lucha contra las enormes olas. El capitán del barco de cabotaje ordena acercarse a la pequeña embarcaciòn y subir a los tripulantes a bordo en son de salvataje. Los tripulantes son chilotes. El capitán les señala que para justificar su arriesgada maniobra debe calificar el proceso como "Naufragio". Los tripulantes de la pequeña embarcación se niegan a acepar esa calificación porque en realidad ellos no han naufragado. El capitán del barco mayor les señala que si no aceptan esa calificación, entonces deberán volver a subirse a la pequeña chalupa y seguir luchando solos contra las olas. Los chilotes deciden volver a la pequeña chalupa y hacerse a la mar con resultado incierto, pues en rigor a la verdad, "ellos no han naufragado".

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