sábado, 3 de septiembre de 2011

VENDEDOR DE GOLOSINAS

  Allá por los años treinta solía llegar a Castro y otros pueblos de la provincia un vendedor de calugas, en esos años una exquisitez para los niños.

            En cada caja venían unos cupones numerados, con la oportunidad de sacar "un premio"... pero siempre habían dos  números que eran muy difícil de obtener, como es lógico en estas promociones comerciales.

            "Como los alumnos de la Escuela Nº1", en la actualidad Escuela Nº 922 "Luis Uribe Díaz, éramos muy buenos clientes, el vendedor nos prometió que  nos iba a traer una caja completa "arreglada", para favorecer al colegio... y así fue, en verdad.

            "Entre todos juntamos la plata. Era un premio más o menos bueno, ya que  pudimos hacer un asado al palo para todos los alumnos del colegio, acompañado de café y tortillas".

            También solían llegar en esos años unos tipos con zancos, pantalón blanco, frac negro, tongo y levita, haciendo propaganda a los cigarrillos "Ganga" y "Favorita". Tenían como cinco metros de alto y toda la cabrería los seguía detrás, felices y hasta incrédulos por su habilidad y dominio para avanzar en perfecto y equilibrado andar.

Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"
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1 comentario:

  1. Medardo Urbina Burgos3 de septiembre de 2011, 22:15

    El relato de Mario referido a los "zancos" me recuerda una expresión de ¿espanto?, ¿sorpresa? o ¿maravilla? que se llevó un conocido escritor chilote que vivía en nercón. Tenía en ese tiempo unos 7 años y su madre lo llevó a Castro para hacer algunos trámites. Al doblar una esquina se encontró con uno de estos entes parados en zancos, pero el hombre era tan alto que estaba apoyado con los codos en el marco de la ventana del segundo piso de una casa, conversando con una señorita ( ¿la nana de la casa?). El niño de Nercón quedó tan impresionado con las enormes piernas del individuo que soñaba con él y se preguntaba mil cosas que no podìa explicar, como ¿De qué manera él se va a hacer crecer las piernas de ese modo para alcanzar el segundo piso de la casa, para poder pololear cuando sea grande? (¡¡¿)

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