sábado, 12 de marzo de 2011

EPIDEMIA DE VIRUELA
La terrible epidemia fue detectada en Chiloé en el año 1904, la que causó graves estragos entre la población, especialmente en la isla de Chaulinec, al extremo que muchos pobladores hicieron abandono de sus propiedades, emigrando a las principales ciudades o pueblos de la provincia.
            Respecto a la enfermedad, desde Ancud se cursa el año 1905 el siguiente telegrama:
            “Datos autorizados me estimulan recomendarle aconsejen a atacados de viruela, luego que se reconozca enfermedad, bebida sudorífica compuesta de una taza de leche caliente mezclada con dos cucharadas de zumo de perejil obteniéndose así que la peste sea benigna”
            ... Firma el documento el Obispo Ramón Angel Jara, quien remitió el mensaje a las diversas curias de la provincia.

ALGUNOS TESTIMONIOS:

Una anciana dice que cuando era niña esa enfermedad la trajo un caballero que andaba embarcado y hacía viajes a Valparaíso, regresando a Chiloé con el contagio, cayendo en cama como si fuese un simple resfrío, allá por Curahue. El hombre -agrega- era “rayano” entre Yutuy y Curahue y se llamaba Francisco Antecao. Los amigos y vecinos que lo visitaban, a los dos o tres días caían con el mal... Hubo muchos enfermos y muchos muertos. La enfermedad  se extendió por toda la provincia.
            Donde había un enfermo “se marcaba” la casa con una bandera  (trapo) blanco o con una marca o cruz en la puerta, para evitar el contagio. A los enfermos los aislaban y le iban a dejar la comida afuera, frente a la puerta de sus casas. Casi todos los días moría gente... No los llevaban al cementerio; tampoco hacían velorio. Los sepultaban en sus mismos terrenos, lejos de sus casas. No se hacía nada... ¡Morían...y al hoyo!!
            Algunos le ponían una cruz.
            Después, cuando ya pasó la peste, buscaban al cura para que vaya a bendecir la sepultura.
            Otro informante manifiesta que por ahí por Nercón murió mucha gente. Llegó “un andante” de  Valdivia que pasó a alojar en Osorno, en una casa donde había un enfermo atacado por el terrible mal.            El dueño de casa le sugirió que no entre... pero como venía muy cansado y con mucha hambre, insistió.
            Cuando llegó a su casa, en Nercón, comenzó a sentirse mal... y murió.
            En Nercón murieron muchos... los “Vidal” y los “Calixto”... murieron casi todos. Recuerdo, dice un informante, que los vecinos les llevaban comida, que se las dejaban lejos de sus casas.
            Otro  entrevistado piensa que tal vez ahí  nació la costumbre de “avisar” la muerte de un enfermo, cuyo deceso era esperado e inevitable. Es así como el tranquilo pasar del tiempo, de vez en cuando era fatídicamente roto por el tétrico anuncio de medianoche... ¡¡¡Ya murió... ya murió!!!
            De ahí también nace la necesidad de señalar el sitio exacto donde la familia le dio sepultura o enterró.
Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"
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1 comentario:

  1. La epidemia en la literatura médica chilena:

    http://www.med.uchile.cl/noticias-egresados/4171-la-epidemia-que-colonizo-chile.html

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