sábado, 28 de mayo de 2011

ANÉCDOTA DE UN NIÑO
Un vecino muy conocido de Castro, que emigró del archipiélago, nos contó que vivió una anécdota cuando tenía a penas unos seis años, y que muy pronto conocería todo el pueblo.

            Recuerda que iba embarcado en una carreta tirada por un par de robustos y hermosos bueyes claveles, mientras re los mayo s lo hacían a pie, con destino a Castro. A la altura de Ten-Ten el guía picaneó la yunta, para apurar el paso con la intención de tomar  la huella que conducía a La Chacra.

            Como los animales estaban acostumbrados a ir a Ten-Ten, repentinamente tomaron esa vía, por la playa. Como yo era chico, no alcancé a tirarme o saltar: ¡Llamaba desesperado... perdí el control, el equilibrio y caí, perdiendo el conocimiento!

            Vine a despertar en la casa de don Carlos Oyarzo, que vivía por esos lados, en condiciones bastantes precarias.

            Mi padre fue a buscar al farmacéutico Luis Espinosa... En el intertanto pasó por ahí don Luis Bórquez, más conocido como don Lucho Guata. Él comenzó a reanimarme con ejercicios físicos y respiratorios.

            Cuando llegó el farmacéutico prosigue con los ejercicios de reanimación, despertando de mi  desmayo o mejor dicho, volviendo en sí.

            Después me contaron que lo hice lanzando la siguiente exclamación: “ ¡Ah, chu...!!! a lo que el señor Espinosa exclamó:” Este está más vivo que nadie!

Del Libro "Cronogramas de Castro en el Siglo XX"
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2 comentarios:

  1. También ocurrió en Ten-Ten. La cuadrilla de trabajadores de Vialidad había visto de reojo un gran hoyo al borde del camino ( de esos hoyos que se hacen a causa de las grandes lluvias). Debe ser un entierro, pensaron de inmediato. A medianoche le contaron al Jefe de la cuadrilla y para que no se les adelantara nadie salieron rumbo al "hoyo" a medianoche. Al llegar al lugar decidieron que el jefe bajara con una pala y una picota a probar suerte. El jefe bajó atado con una cuerda a la cintura.Una vez abajo comenzò una gritería de los mil demonios ¡Sáquemne! ¡Sáquenme de aquí! ¡Rápido! ¡Rápido mierdas! Gritaba el jefe. Lo sscaron medio muerto de miedo. Cuando pudo hablar, lejos ya del controvertido hoyo. Dijo :
    - ¡Había dos ojos verdes que me miraban en medio de la oscuridad!
    Al día siguiente, muy de mañana fueron a ver lo que había en el fondo del hoyo, y encontraron a un perro, que se había caído antes que los trabajadores(buscadores de entierros) llegaran al lugar. Eran los asustados ojos del pobre perro los que miraban al jefe que descendía amarreado con la cuerda.

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  2. La sub anterior era " Cosa de niño", ésta era "cosa de grandes", viejos, pailones o "guagualotes" como se decía antes en Chiloé. En el fondo..."Todos los hombres somos niños" ( eso dicen las mujeres de nosotros.

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