sábado, 18 de diciembre de 2010

"Aquí estoy, poh... esperando..."
   Uno de los sucesos más agobiantes en la cuatro veces centenaria historia de nuestra ciudad, lo constituyó, sin duda alguna, el terremoto y maremoto del 22 de mayo de 1960. Iniciado el remezón alrededor de las quince horas de aquel domingo, ya a la hora del crepúsculo, sus habitantes vivían la tragedia de no poseer un techo bajo el cual cobijarse, de no poseer agua potable para beber o cocinar sus alimentos y de sentirse indefensos frente a las llamas que habían tomado la ciudad por asalto e irrumpían furiosamente contra las derruidas habitaciones. Los brazos fuertes, los hombres serenos, aquellos dotados de capacidad organizacional y de mando, con iniciativa suficiente para asumir el control de la situación e impedir la histeria colectiva o la acción de los malandrines siempre son pocos en estas ocasiones.
   En situaciones como éstas son los optimistas inveterados, aquellos que son capaces de sobreponerse a todas las pruebas, los que nos levantan el ánimo, los que nos empujan a arremeter de nuevo en favor de la vida. Muchas veces, los optimistas nada poseen, apenas su esperanza, apenas su alegría. Su fe es tanta sin embargo, que basta su palabra para despertar las fuerzas de los desanimados, para fortalecer el corazón de los que tiemblan:
    El “Negro Parada” era uno de esos “optimistas”. Prototipo del chileno puro, del “roto” como malamente se le llama, nada poseía sino su inmenso ingenio y su alegría. Dedicábase a realizar pequeñas “changas” con las que alimentaba a su familia, acompañado de su fiel perro, “Piquito”, con el cual sostenía picarescos diálogos, sobre todo cuando veía cerca de él a alguna buenamoza estudiante de liceo o alguna dama un tanto “fruncida” de la pequeña “sociedad” pueblerina:
   - “Piquito, le decía al perro, levántate...!
   - “ Piquito, siéntate...!
   - “ Piquito, échate...!-
   - “ Este “Pico” que ya no me obedece, caramba...!
   El Negro Parada, en su juventud, había sido un excelente alumno de humanidades. En dichas aulas fue compañero de asiento de Raúl Morales, que luego se transformaría en Diputado por Chiloé e, incluso, en Presidente de la Cámara de Diputados. Parada era su fiel propagandista y elector en la comuna.
   En la tarde del día siguiente al terremoto aciago, mientras realizaba labores “reporteriles” en el puerto de la ciudad, me encontré a boca de jarro con el “Negro Parada”. Sentado sobre los restos del antiguo malecón, observaba con cara compungida los maderos y especies que aún flotaban en las aguas, provenientes de casas que se habían ido mar adentro, de embarcaciones que se habían destruido, de animales que se habían ahogado. A lo mejor pensaba en su familia, en el incierto futuro que le deparaba el largo invierno por venir. Me acerqué a interpelarlo:
   - “Hola, Negro, qué te pasa, qué haces ahí con esa cara”?...
   - “Aquí estoy, poh, esperando por si el mar me devuelve mi piano”...
Del Libro "Anecdotario Insular"
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1 comentario:

  1. QUIEN QUE CONOCIO AL NEGRO PARADANO LO RECUERDA?ES MAS ...EXISTIRA UNA CONVERSACION EN UN VELORIO O EN UNA CONVIVENCIA CON AMIGOS DE JUVENTUD EN QUE NO SE COMENTE ALGUNA DE SUS SALIDAS? SIN DUDA UN PERSONAJE AÑORABLE, QUERIBLE,ES MAS RECUERDO DE NIÑA HABERLO SEGUIDO POR LAS CALLES DE CASTRO MUCHAS VECES PARA VER QUE COMENTABA O HACIA....IMPOSIBLE NO RECORDARLO-AL IGUAL QUE LUCKETTI- ARRIBA DE SU CARRETILLA RECORRIENDO LA CALLE BLANCO....HACE TIEMPO ATRAS ME EMOCIO MUCHO UN POEMA DE JAIME MARQUEZ...SON PARTE DE NUESTRA IDENTIDAD Y DE NUSTRA ALEGRIA....

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