Gimnasia fantasma |
En una de las escuelas de Castro, allá por el año 55, un profesor quedó sin curso por determinación de la Dirección del establecimiento. El colega, pese a su reconocida capacidad no había sido, hasta aquel momento, un ejemplo de responsabilidad, precisamente. Para los efectos de mantención de la plaza, sin embargo, debía seguir apareciendo como un docente activo, motivo por el cual se le creó un curso ficticio.
En algún momento del año lectivo llegó la información de la próxima “Visita” del Inspector Escolar, funcionario del Ministerio de Educación encargado de supervisar el cumplimiento de las metas escolares y de la matrícula de cada establecimiento. A fin de “completar” el curso del maestro “irresponsable”, cada colega accede a facilitarle hasta 3 alumnos para ese día, a todos los cuales se les incorporó al Libro del nuevo “curso”.
El Maestro, atento a la llegada de la comitiva, permanece haciendo deportes con sus niños en el patio. Cuando se cerciora de que éste ha llegado y está recorriendo los cursos, despliega toda su inteligencia y habilidad en un esquema de gimnasia clásica. El Inspector observa la destreza de algunos muchachos, la habilidad del maestro para conciliar y armonizar dicha actividad física con niños de tan diferentes edades. Pide el Libro de Clases, (Leccionario), pasa lista y, ¡oh, milagro!, están todos presentes, no como en los otros cursos.
Al finalizar su inspección, mientras redacta el Acta de Visita, no puede dejar de pensar en aquel curso, y en el acápite de “Observaciones” estampa una felicitación a aquel esforzado profesor y a todos los muchachos.
¡Era que no, si fue el único que tuvo aquel día cien por ciento de asistencia, mientras que en todos los demás cursos donde no faltaban dos faltaban tres y hasta cuatro alumnos...!
Pronto, eso sí, la anécdota fue conocida por todo el pueblo, y por supuesto, muy celebrada.
Del Libro "Anecdotario Insular"
No cacho mucho la onda, amanecí trasnochado,siempre amanezco: pero que la apoyo, la apoyo!
ResponderEliminarSi en todas partes del mundo , en todos los colegios en el caso en comento, suceden cosas anecdóticas, interesantes,. hilarantes o decepcionantes, si nadie las cuenta y las escribe se las lleva el viento y se pierden en la noche de los tiempos. El valor de los escritos de Mario Uribe, reside precisamenyte allí. Todos podemos leerlos, porque él ha loghrado perpetuarlos...¡Y nos seguiremos riendo!. Gracias Don Mario. Medardo
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